Por Patricia Bejarano Herrera

Las nuevas tecnologías llegaron para quedarse y han facilitado la implementación de nuevos sistemas que permiten minimizar los riesgos en temas de seguridad física, garantizando entornos protegidos.

Sin duda, dichos sistemas se pueden implementar en todo tipo de organizaciones y entidades bajo la coordinación de especialistas en herramientas electrónicas y tecnológicas. Aunque en los últimos años se han evidenciado grandes avances, en un futuro muy cercano el mundo se sorprenderá con otros, que permitirán sofisticar aún más los sistemas actuales.

Los avances en seguridad electrónica nos permiten recurrir  a herramientas como circuitos cerrados de televisión (CCTV), sistemas de vigilancia electrónica de activos (VEA), sistemas de control de acceso (AC), sistemas de control de acceso gestionado, centros de control de alarma y protección contra incendios, humo, calor y fuego, para proteger los activos empresariales, sin embargo, las capacidades humanas nunca podrán ser reemplazadas por la tecnología ni la electrónica.

El capital humano de las corporaciones seguirá siendo el protagonista para que sistemas revolucionarios, como videovigilancia IP, reconocimiento biométrico,  softwares de análisis inteligente de imágenes y sistemas de lectura de matrículas de vehículos, entre otros, cumplan con su función de proteger los activos organizacionales.

Es importante anotar que estas nuevas soluciones y aplicaciones permitirán, en tiempo real, reforzar la seguridad de personas e instituciones con la ayuda del mundo digital, ya que contarán con la capacidad de combinar datos con personas y procesos y objetos. Todo lo anterior, basado en la ‘big data’, la internet de las cosas, redes avanzadas de comunicación, procesos de análisis y sensores sofisticados.

Pero, recuerde que cuando se habla de seguridad electrónica es clave tener en cuenta que esta no es ciento por ciento efectiva sin la supervisión humana. Todos los sistemas y dispositivos de esta naturaleza requieren monitoreo y verificación, con el objetivo de determinar la reacción, procedimiento o acción correcta en caso de alarma o eventos fortuitos.