Por Patricia Bejarano

 El sector financiero en Colombia, como en los demás países, es una de las actividades económicas que representa el alto o bajo desarrollo, debido a su papel de intermediación entre quienes tienen los recursos y quienes los necesitan, a través de los procesos de bancarización.

Desafortunadamente, las entidades financieras y los procesos bancarios están enmarcados dentro de los sectores de mayor riego en cuanto a seguridad se refiere, pues, además de que sus establecimientos albergan activos, trabajadores y personas susceptibles a estafas, fleteos y extorsiones, los datos personales también están en riesgo por cuenta de los ciberdelincuentes.

De hecho, en esta época de pandemia y confinamiento, en la que se ha facilitado el acceso a las tecnologías de información y las comunicaciones, la inseguridad está a la orden del día. Por esta razón, los gobiernos corporativos de estas entidades están obligados a prestar un servicio integral de seguridad privada para proteger a las personas, los activos y los datos de las amenazas de extorsión o microextorsión.

En este contexto, las auditorias eficientes en seguridad de la información y análisis forense de datos se hacen cada vez más necesarias, con el objetivo de disminuir y neutralizar los objetivos de ataque a través de modalidades, delictivas como el ‘smishing’ y softwares como ‘formjacking’, ‘keyloggers’ y ‘ransomeware’, que, a través de enlaces falsos, engañan a la gente, infectan y encriptan archivos.

Paralelamente, los riesgos de inseguridad dentro las infraestructuras de estas entidades son elevadas y deben atacarse con medidas contundentes para minimizar las amenazas a través de un análisis personalizado de riesgos para cada activo susceptible de ser defendido.

Para contrarrestar estos riesgos, como primera medida, los guardas o vigilantes privados deben estar capacitados para desarrollar protocolos de seguridad estrictos y contar con habilidades de disuasión y prevención, además de demostrar sus capacidades para proyectar los valores necesarios para conservar un buen clima laboral y trabajo en equipo, para que el público se sienta respetado, protegido y seguro.

Los indicadores de robo, fleteo y extorsión que se viven en Colombia han obligado a desarrollar procedimientos permanentes de inteligencia, para identificar eficazmente los modos de operación de las bandas criminales.

Por esto, es muy importante contar con empresas de seguridad y vigilancia privadas eficientes y capaces de gestionar estudios de confiabilidad del personal para prever actos delictivos. Igualmente, es imperativo el uso de equipo tecnológicos que permitan la integración de alarmas inalámbricas, controles de accesos, sistemas de esclusas especializadas y CCTV digital, entre otras herramientas tecnológicas, para minimizar los riesgos a que está expuesto este sector.