Por Marcela Morales Gómez

Conservar el planeta, construir un futuro sostenible y reducir la contaminación y las emisiones de CO2 es uno de los grandes propósitos de la humanidad. En la actualidad, cada día se escuchan nuevos llamados urgentes para asegurar un planeta para las nuevas generaciones, un lugar donde el ser humano, además de vivir en armonía con la naturaleza, pueda hacer uso responsable de los recursos naturales renovables.

Estos recursos están representados por el agua, los bosques, la vida silvestre, los océanos, la generación de energía, el clima e, incluso, la producción de alimentos. Estos se ubican en comunidades, algunas de ellas ancestrales, que solo saben vivir en medio de esta gran biodiversidad, que se constituye en la verdadera riqueza para tiempos futuros.

En todos los escenarios, es necesario articular la conservación de los recursos naturales con las necesidades humanas y con los usos que representen alternativas productivas sostenibles. Los problemas se hacen evidentes cuando estas incalculables riquezas naturales son utilizadas para fines ilegales, que además generan desplazamiento y pérdidas irremediables en estos territorios, algunos de ellos clasificados como reservas del mundo.

Colombia no es la excepción, aunque es un país que cuenta con invaluables riquezas, la gran mayoría organizadas a través del Sistema Nacional de Parques Naturales, que administra 58 áreas protegidas, ubicadas a lo largo de todo el territorio nacional. Estas áreas están permanentemente amenazadas por actividades ilegales que afectan directamente su sostenibilidad y permanencia.

Mantenerlas y conservarlas es una tarea que requiere estrategias de largo alcance, que contribuyan a conservar este patrimonio de la nación de las serias amenazas que representan actividades como deforestación, minera ilegal, incendios provocados, cultivos ilícitos, apropiación de tierras, desviación de cuerpos de agua, trazado de carreteras no autorizadas y tráfico de especies silvestres y en peligro de extinción, entre otros.

Entre estas estrategias se cuenta con la implementación de acciones de seguridad que puedan evitar el tránsito libre de delincuentes sin escrúpulos, que violan la ley con el interés de grandes beneficios económicos, generando un daño irreparable al planeta y las generaciones futuras.

Nuevamente, la tecnología está en primera línea para contrarrestar estas nefastas acciones que en primer lugar requieren ser identificadas, para lo cual, gracias al alcance de herramientas como la internet, se pueden instalar cámaras remotas, algunas de ellas alineadas satelitalmente, que permiten vigilar en tiempo real y salvaguardar las riquezas que pertenecen a todos los colombianos.